Árabe marroquí

العربيّة المغربيّة

En el mundo árabe, la oralidad ocupa un lugar importante dentro de la sociedad. Como prueba de ello, tenemos el Corán que es aprendido de memoria o, en nuestro caso, los cuentos, que aunque admitan variantes propias de quien los narra, mantiene intacto el hilo argumental, las fórmulas de entrada y de salida, expresiones, proverbios, canciones, giros, etc. La tradición oral marroquí ha sido objeto de estudio, sobre todo, desde principios del siglo XX con la llegada de los protectorados francés y español. Se han recogido cuentos, proverbios, historias jocosas… y se han llevado a cabo análisis lingüísticos y etnográficos sobre los cuentos, aunque en modo alguno tan numerosos como los realizados sobre la tradición europea. El Diccionario de la Real Academia Española define el cuento como “relato generalmente indiscreto de un suceso”, “relación, de palabra o por escrito, de un suceso falso o de pura invención” o “narración breve de ficción”. María Moliner lo hace como “narración de hechos fantásticos con que se entretiene, por ejemplo, a los niños”, “narración literaria breve” o “narración breve con gracia o picardía”. De las definiciones enumeradas anteriormente, en relación a la oralidad del cuento popular marroquí, se destacan las siguientes palabras: “relato”, “narración”, “breve”, “de palabra”, “suceso”, “invención”, “ficción”, “hechos fantásticos”, “entretener”, “niños”. La voz del árabe marroquí empleada para designar el cuento es jrafa (pl. jrayf) “cuento, chiste, necedad”. Quien cuenta jrayf es el jráyfi (pl.: jrayfiyya). La palabra procede de una raíz {jrf} que tiene el sentido de “decir tonterías como un viejo”. De ésta deriva el verbo en forma segunda jarref “contar cuentos, fábulas, chistes, historias imaginarias sin ningún fondo de verdad”.. En árabe estándar o moderno, la raíz significa “chochear, delirar”. También en este registro encontramos la voz jrāfa con el sentido de “cuento extraordinario e inverosímil”. Como veremos en el punto 1., la mayoría de los cuentos analizados pertenecen al grupo de los maravillosos, a excepción de tres que son de animales. Rabadán (2003: 36-37) dice que la denominación en árabe palestino de jrefiyye, en árabe marroquí jráfa, se emplea también para los cuentos de animales, aunque el término se refiere sobre todo a los cuentos maravillosos. Se pregunta si esta inclusión se debe a que aquellos hacen uso de la mentira, es decir, de historias que no tienen fondo de verdad. Por otro lado, habría que poner la jráfa en relación con la hkáya que en árabe marroquí significa “cuento, historia, relato”. Se trata de una historia que es verósimil, frente a la inverosimilitud de la jráfa. Haciendo acopio de todas estas voces definitorias, podemos definir el cuento popular marroquí como “un relato o narración breve, contado oralmente, de un suceso inventado, en el que se producen hechos fantásticos, que terminan felizmente, con la finalidad de entretener sobre todo a los niños”. Pero se trata de una definición básica que carece de una idea importante: la intención. Desde este punto de vista, cabría añadir que el cuento marroquí no sólo tiene por finalidad entretener sino servir de vehículo de comunicación social, estético, didáctico e incluso terapéutico. En cuanto a sus destinatarios, éstos no serían exclusivamente los niños sino también jóvenes y mayores. El cuento, ha alcanzado así su forma definitiva, al día de hoy, después de un proceso que ha podido durar generaciones. La transmisión oral lleva implícita dos aspectos: el recuerdo y el inconsciente del narrador. En la formación del cuento intervienen pues estos dos aspectos a los que se suman los sentimientos que el cuentacuentos y la audiencia van proyectándose mutuamente en un escenario creativo en el que participan tanto el narrador, de forma activa, como el oyente, de forma pasiva, ya que será éste el que lo recree nuevamente. La narración, repetida de generación en generación, se va fijando pues, dando lugar a una versión definitiva, la que nos ha llegado ahora, siempre abierta a la creatividad del nuevo cuentacuentos.

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"Si agosto es lluvioso, ni sorgo ni trigo"